A veces sucede,  nos detenemos,
detenemos nuestro caminar y dejamos de mirar al exterior para fijarnos en
nuestro  interior. A veces pasa,  nos vemos y no nos gustamos, y es entonces
cuando surgen  las preguntas,  esos interrogantes que hacen tambalear
nuestros pasos y logran que broten de nuestros ojos  lágrimas de tristeza y congoja...  
¿Soy feliz?  ¿Dirijo mis pasos, o estos son dirigidos?  ¿Nací para vivir o vivo porque nací? ¿Soy
consecuente conmigo mismo?  
A veces sucede, sentimos que dejamos pasar la vida sin
vivirla, y es entonces cuando despectivamente rotulamos aquella frase,  “Mi Vida no vale nada”. 

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