viernes, 19 de agosto de 2011

Quién soy: La desnudez del Alma


¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy? Los tres tiempos, pasado, presente y futuro se unifican en estas sencillas preguntas, que posiblemente todos, en algún momento de nuestra vida nos hicimos. Desgraciadamente, nuestro cerebro, no está capacitado para responder a toda pregunta que de una u otra forma, nunca ha llegado a experimentar. Por ello, tampoco podría contestar a esos otros interrogantes que a lo largo de los siglos han inquietado al hombre, tales como la posible existencia de Dios o del Alma, la vida después de la muerte, etc. Todas las posibles respuestas que nos dimos son totalmente subjetivas y sin fundamento real, ya que han sido elaboradas por una mente, que desconoce la realidad y que se ha basado en especulaciones que ella misma ha ido forjado.

Aclarado esto, intentaré hacer una reflexión en relación al primer interrogante, ¿Quién soy yo? Parece sencilla, pero quizás sea una de las preguntas más desconcertante y profunda que el ser humano pueda hacerse.

Ahí, en la intimidad, desnudo ante nosotros mismos, sin nadie que nos juzgue o interrumpa salvo nuestros propios pensamientos, ahí, posiblemente sea el mejor momento, para aclarar algunos aspectos de ese yo que nos inquieta. Observar sus reacciones, sentimientos, prejuicios y comportamiento en general.

¿Cómo nos vemos? Un gran abanico con millones de posibilidades se abre ante nosotros, cuando auto observamos el mundo de la conciencia interior, podemos dislucidar  tantas personalidades, que incluso nos puede resultar doloroso la propia práctica , cierto es que también puede seducirnos el explorar ese inmenso jeroglífico que se abre ante nosotros y que el estrés y el ritmo de vida al que estamos sometidos en la actualidad, apenas nos deja margen para ello . La realidad es que nos hemos alejado tanto de ese otro aspecto de nuestra vida interior, que apenas si lo percibimos.

Al preguntarnos ¿quién soy?, nos permitimos adentrarnos y explorarnos a nosotros mismos. La respuesta posiblemente no la encontraremos, pero reflexionar sobre ello, mirarnos en nuestra acciones y reacciones, nos ayudará a comprendernos y quizás a aceptarnos un poco más.

¿Quién soy yo? Físicamente está claro, soy un cuerpo, una persona con reacciones emocionales, sometido genéticamente por un historial de millones de años, atrapado en un circulo que cobija en su interior las ataduras propias de la sociedad, la familia, los amigos , el trabajo, nivel cultural, las canciones sicológicas que se repiten cotidianamente a lo largo de los días, meses y años, etc. En definitiva, podría decir que soy un conjuntos de valores físicos y emocionales.

Espiritualmente, no tengo respuestas, quiero decir, que de darlas, no serían objetivas, ya que estarían sometidas a mi educación y creencias filosóficas y religiosas y nunca motivadas por una experiencia real y palpable.

Dicho todo esto, creo que como individuos tenemos un cierto porcentaje de autonomía, que podría permitirnos poder seguir evolucionando como tal, en esta existencia que nos ha tocado vivir.

Hace varios días, mantuve una conversación con un amigo a propósito de este tema, posteriormente leí un artículo que colocó en su blog, parte de él lo  reproduzco a continuación:

El homo sapiens, siempre ha tenido que cargar sobre su conciencia, esta doble dualidad que le ha llevado a tener que soportar tantos quebraderos de cabeza: la del desdoblamiento del ser. Uno se viste la ropa de trabajo, la coraza guerrera, y se muestra, dentro de una admisible tolerancia, como la sociedad espera que sea: … el otro, el que anda con su desnudez por la casa, una vez a solas y sin obstáculos, se muestra como es –tal vez sería más correcto decir, como nos gustaría ser Ninguno es peor que el otro, y, por supuesto, ninguno superior a su contrario, es más, forman el complemento necesario para que exista la persona equilibrada, son el yin y el yang, la similitud y lo opuesto, el frío y el fuego. Analizados escrupulosamente, los dos tienen su parte positiva y negativa, aunque, claro está, nosotros nos encontremos más identificados y satisfechos con el segundo: con el ser desnudo.

Sobre estos últimos renglones, diría que es cierto, que somos todo eso, pero rechazo (aunque me identifique a ese Yo) esa parte de mí que ha sido colocada en mi cerebro y que manipula mi vida hasta llevarla a veces por caminos totalmente contradictorios. Esa parte de mi cerebro, esos circuitos neuronales, si pudiera, los eliminaría como elimino la suciedad de mi cuerpo al lavarlo.

Y después, ¿Que quedaría después?

Nada, de nuevo la pregunta, ¿Quién soy yo? En principio y hasta que sepamos algo más, tendré que aceptar que soy todo eso, esas múltiples personalidades, que como decía mi amigo, nos dan tantos quebraderos de cabeza. Quizás a partir de aquí, de esta aceptación sea posible vivir más plenamente, siempre con la esperanza de ser cada día un poco mejor.


Esa es nuestra fortuna.



        ¿Y tú que piensas?

      
















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